Reservas que no se respetan y un trato impresentable

Desde el inicio, el ambiente no fue el mejor. A pesar de tener una reserva hecha con anticipación, no solo no la respetaron, sino que el trato que recibimos por parte del personal fue lamentable. Pero lo peor fue cuando el propio dueño se acercó, con una actitud bruta e irrespetuosa, interrumpiendo nuestra cena para avisarnos que debíamos dejar la mesa en 15 minutos, ¡mientras todavía estábamos comiendo y disfrutando de una botella de vino! Esto ocurrió a las 21:45, en pleno centro porteño, donde la mayoría de los bares ya estaban llenos y hacía frío afuera.

Falta de ética y maltrato al personal

Lo más grave es que, además de tratarnos mal como clientes, fuimos testigos del maltrato hacia el propio personal del bar. El dueño no solo nos hizo pasar un mal momento a nosotros, sino que parecía que maltrataba a sus empleados. Este tipo de comportamiento es inaceptable y refleja una falta total de ética. En Buenos Aires hay muchísimos bares donde la experiencia es mucho más grata, desde el ambiente hasta la calidad del servicio, y en El Legado no se puede decir lo mismo.

Precios altos para un servicio mediocre

Para colmo, los precios son elevados, lo cual sería esperable si la experiencia fuera de calidad. Pero en este caso, la relación precio-calidad es inexistente. Pagamos por varias botellas de vino y platos, pero en ningún momento nos avisaron que teníamos un límite de tiempo para estar en la mesa. Es inaceptable que, después de haber consumido bastante, nos apuraran de esa manera.

No vale la pena

Con tantas opciones excelentes en Buenos Aires, como BeBop, Thelonious, Swing City, Backroom, Florería Atlántico y otros bares con mejor servicio y una experiencia mucho más cuidada, no puedo recomendar El Legado Piano Bar a nadie. El destrato, la mala educación y los precios excesivos hacen de este lugar una de las peores opciones en la ciudad. Si buscás un lugar con buena música y un ambiente agradable, hay decenas de alternativas donde te tratarán como corresponde. Aquí, definitivamente, no volvería.